
Aceptémoslo, todo sabe mejor con mantequilla. Además de dar un aroma increíble, es una gran aliada para dar humedad a panqués, textura a las galletas y un excelente conductor de calor para cocinar carnes y vegetales. Te tenemos cinco recetas para que te dejes ir y disfrutes de esta grasa mágica
Aceptémoslo, todo sabe mejor con mantequilla.
Además de un aroma increíble es una gran aliada para dar humedad a panqués y textura a las galletas, y es un excelente conductor de calor para cocinar carnes y vegetales.
Aunque es uno de los ingredientes consentidos de la cocina francesa sabemos poco de él (además de todas las historias de terror que nos tapan las arterias de solo escucharlas).
La mantequilla es una grasa animal proveniente de la leche de vaca, ese ingrediente que está satanizado por muchos porque consumirla en exceso sí puede afectar nuestra salud.
Pero, ¿qué tanto es tantito? Aunque no lo creas, este enemigo de la comida saludable sí tiene beneficios cuando la consumes en debida proporción.
La mantequilla evidentemente es alta en grasas, pero entre ellas hay algunas muy benéficas para nuestro organismo como los Omega 3 y 6.
Además tiene proteínas provenientes del suero de la leche de donde salió. Como toda grasa es alta en calorías, lo que te ayudará a tener energía suficiente.
El primer paso para obtener mantequilla sucede cuando se separa la grasa de la leche y se hace crema.
Una vez extraída la grasa hay que agregar sal, batir, batir y seguir batiendo con la intención de que se solidifique con el movimiento y se separe el suero de la materia grasa.
¡Voilà! ¡Así de fácil!
Recuerda que para estar saludable nuestra dieta debe ser equilibrada, suficiente y diseñada de acuerdo a nuestro cuerpo. No quieras basar tu alimentación en la mantequilla, porque así no funciona la cosa.
Este ingrediente es uno de los más utilizados en repostería debido a que da aroma y sabor. Utilizarla a la temperatura correcta según la receta hará toda la diferencia en los resultados finales.
En panqués y pasteles la migaja será más húmeda.
Utiliza mantequilla clarificada cuando solo quieras el elemento graso. Esto se logra calentándola a fuego lento sin que se queme; notarás que se separan los sedimentos de la leche (las proteínas) de las grasas. Esto funciona para las salsas madre y para sellar carnes, por ejemplo.
Úsala con cuidado porque se quema rápido gracias a los sedimentos de leche que tiene.
Cuando vayas a freír y quieras que tenga sabor puedes agregar algún aceite vegetal. Si ves que empieza a tomar color dorado, ¡felicidades!, hiciste mantequilla avellanada que es buenísima para sellar.
Como en todo hay diferentes calidades de mantequilla.
Puedes reconocer una buena cuando el aroma es fresco con toques dulces y el color es amarillo sin llegar a ser radioactivo.
Una buena mantequilla te va a funcionar si te estás iniciando en el mundo de la panadería.
¿Alguna vez te has preguntado cómo se hacen las láminas de la pasta de hojaldre o de un buen croissant? La respuesta es la calidad y manejo de la grasa que se incorpora entre las capas de masa.
Aunque cada cocinero tiene su opinión es más común utilizar mantequilla sin sal para tener el sabor auténtico. Aunque la sal sirve para potenciar esta característica debes saber el porcentaje que tiene para no arruinar tu receta (y más si estamos hablando de repostería).
La mantequilla es un ingrediente sumamente versátil.
Las saborizadas son una gran alternativa para acompañar un buen pan en el desayuno o darle un toque más bonito a tus platillos.
Para hacerla se derrite a fuego muy lento, se agrega alguna guarnición aromática y fuera del fuego se revuelve con cuidado hasta que solidifique.
Ahora sí, aquí tenemos cinco recetas para que te dejes ir y comas delicioso.
Para el filete
Para la salsa bearnesa
Para la bechamel
Para hacer las croquetas
Para las crepas
Para la guarnición