
Tenemos una receta que nos regresa a la infancia, donde lo único que queríamos era comer todo ese pastel de chocolate como lo hacían en la televisión.

Esa escena de película que a todos nos marcó en la infancia en donde un niño se come un pastel de chocolate gigante entero definitivamente merece un homenaje con una receta.
Aceptémoslo. Bruce Bolaños, el amiguito de Matilda, hizo lo que muchos quisimos: comer un enorme pastel de chocolate, de esos monchosos, húmedos en el interior cuyo betún se ve tan cremoso y lleno de sabor que dan ganas de que nunca se acabe.
No sólo eso, logró que la escuela entera lo ovacionara después de semejante acto de gula; y aunque te recomendamos que tú sí lo compartas, lo hagas con alguien que verdaderamente ame el chocolate con todo su corazón pues esta receta no es nada más que un homenaje a este maravilloso ingrediente.
Sí. El cielo es alcanzable en una rebanada de pastel y lo mejor del caso es que es verdaderamente fácil de preparar.
Anímate a revivir a tu niño interior, alista tu mandil y estate pendiente de las aspas de la batidora porque, aunque nuestras mamás decían que hace daño, la masa cruda de este pastel también es una obra de arte.
Si eres de los que se empalagan pero aún así, como Bruce, sigues comiendo, prepárate una buena taza de café o un vaso de leche bien fría.

Para el pastel
Para el betún y el relleno