
El queso manchego es versátil y puedes preparar desde una entrada hasta un postre, el original tiene denominación de origen.

Hay un ingrediente que puede ser la perdición de los amantes de los lácteos: el queso manchego. Es tan versátil que no solo está presente en una tabla de quesos, se pueden hacer entradas, sopas, platos fuertes y postres.
Se creó en España y cuenta con Denominación de Origen, esto quiere decir que solo se puede producir en las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, una región conocida como Castilla La Mancha. La oveja manchega es la raza que se utiliza para la leche de este queso.
Para que se pueda llamar así debe cumplir con ciertas normas además del lugar de producción y oveja; de hecho, cada pieza de queso está numerada.
Al elaborarlo se requiere seguir ciertos pasos, por ejemplo, una vez que fue ordeñada, la leche no puede permanecer a temperatura ambiente, debe refrigerarse a 4°C o comenzar con la preparación del queso inmediatamente.
De esta forma, se coloca cuajo natural en la leche y posteriormente se calienta a baño maría hasta alcanzar 32°C. Una vez que se separa el suero, se filtra para comenzar el reposo. Después se pasa a moldes específicos y aprobados por la legislación del Consejo Regulador, -sí, se toman las cosas muy en serio- y dura en salmuera de 5 a 48 horas.
Después de su maduración -que dura mínimo 30 días- está listo para distribuirse en el mundo. Y sí, su costo es proporcional al empeño para hacerlo.
No te preocupes, en el mercado mexicano hay otro tipo de quesos que se preparan de manera bastante similar a este, por eso en su etiquetado dice “queso tipo manchego” y puede funcionar muy bien para las siguientes recetas.
Cabe aclarar que estos no son elaborados de la misma forma que el manchego original, es decir, no utilizan leche de oveja, no se dejan reposar la misma cantidad de días ni se curan con sal.

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