
Aceptémoslo. Aunque tiene sus enemigos, es un producto básico que nos encanta y hacer pan en casa no es el Via Crucis que te imaginas. Por eso, te queremos explicar algunos principios básicos que debes tener claros para que te inicies en la panadería y cinco recetas muy fáciles para que te arremangues y te pongas listo para amasar.
Aceptémoslo. Aunque tiene sus enemigos es un producto básico que nos encanta y hacer pan en casa no es el Via Crucis que te imaginas.
Por eso te queremos explicar algunos principios básicos que debes tener claros para que te inicies en la panadería y cinco recetas muy fáciles para que te alistes y aprendas a amasar.
Harina, levadura, agua y sal. Es todo lo que necesitas para hacer un pan.
Aunque no lo creas, estos ingredientes te convertirán en el mejor de los panaderos si aprendes a usarlos correctamente.
Sin embargo, ahí te van unos tips para cada etapa.
La cantidad de agua determinará la textura que tendrá tu masa antes de cocinarla. Lo ideal es que no se te pegue en las manos y para eso hay que trabajarla.
Procura utilizar agua filtrada y a temperatura ambiente para que la fermentación sea más sencilla.
Las más comunes son las mismas que se emplean para la cerveza y se llaman saccharomyces cerevisiae.
Se pueden encontrar en el súper en sobrecitos o frescas en tiendas especializadas. Esta es la alternativa más rápida y da buenos resultados en aroma y textura.
Otra forma más común es la masa madre, un cultivo hecho con agua y harina que se deja fermentar en condiciones controladas.
Las fermentaciones hechas con esta levadura toman por lo menos ocho horas, pero el resultado vale la pena completamente.
La más común es la fina de trigo pero también puedes utilizar espelta, centeno, cebada, mezquite, trigo sarraceno o maíz.
Al comprarla revisa en la tabla nutricional el porcentaje de proteína que tiene y elige el más alto.
Esto te ayudará a que se desarrolle el gluten, esa sustancia que hace elástica a la masa y forma los alveolos para retener el CO2.
A ciertas recetas se les agrega huevo, leche, grasas, semillas, frutos secos o azúcares para darle una mejoradita al pan.
Huevo, leche y grasas se usan para mejorar el sabor de la migaja, hacerla más húmeda y dar un color más bonito a la corteza.
Semillas, frutos secos, azúcar y esencias se utilizan para dar un sabor específico al pan.
Lo que te recomendamos es agregarlas al final del primer amasado para que no rompan los alveolos que serán la migaja de tu pan.
Amasar es una de las partes fundamentales para hacer pan.
En el proceso se hace dos veces y cada una tiene su técnica y su chiste. La primera es una vez integrados los ingredientes y la segunda es entre fermentaciones.
Es más cómodo utilizar la palma de la mano que los dedos. Presiona suavemente hacia afuera la masa y regresa. Este movimiento se parece al que se hace cuando se lava ropa a mano.
Cuando tu masa esté completamente integrada y no se pegue a tus dedos está lista para la primera fermentación.
Otra manera de saberlo es estirarla y que te parezca lo suficientemente elástica. Gluten activado, listo para retener el dióxido de carbono.
Recuerda amasar con cariño. Dependerá de la receta qué tanta fuerza se utilice, pero nunca la rompas ni la estires de más.
Recordemos las clases de química un segundo. La fermentación es el proceso por el cual las levaduras, al alimentarse, producen alcohol y dióxido de carbono.
El alcohol dará aroma y sabor evaporándose al hornear; el dióxido de carbono es el responsable, junto con el gluten, de que la masa quede esponjosa.
Las masas sufren dos procesos de fermentación; la primera hace el cambio químico que necesitamos y la segunda da forma y volumen a lo que será el producto final.
Entre fermentaciones hay que volver a amasar el producto completo. Posteriormente se porciona (con un cuchillo o raspa, jamás la estires hasta romperla para esto).
Sabremos que la masa está correctamente fermentada cuando tenga el doble de su volumen y no se vean líquidos salir de la parte inferior.
La temperatura promedio en la que se hornea una masa de pan es entre 180 y 220ºC.
Esto hará que se cueza todo parejo y la corteza tome un bonito color.
Si buscas que tu pan tenga costra dura hay que introducir vapor; al encender el horno mete una charola de agua y déjala que hierva. En ese momento, mete la masa al horno.
Una hogaza de pan de aproximadamente un kilo toma 40 minutos en estar lista. A la mitad de la cocción retira la charola de agua y deja que se termine de cocinar.
Ahora sí, ¡manos a la masa!