
La literatura a veces usa la comida como un simple aderezo, pero a menudo le asigna un rol central y a veces puede llegar a convertirse en protagonista. Muchos escritores, por ejemplo, engarzan tramas, explican realidades o desnudan personajes a partir de su relación con los alimentos. Grandes autores también han dedicado numerosas páginas -a … Read more
La literatura a veces usa la comida como un simple aderezo, pero a menudo le asigna un rol central y a veces puede llegar a convertirse en protagonista.
Muchos escritores, por ejemplo, engarzan tramas, explican realidades o desnudan personajes a partir de su relación con los alimentos.
Grandes autores también han dedicado numerosas páginas -a veces libros enteros- a celebrar la comida. O a lamentar su ausencia.
Y también hay poemas, relatos o pasajes de novelas que se pueden leer como verdaderas recetas.
Se trata de descripciones de platillos tan completas y apetitosas que prácticamente invitan a pasar a la cocina para poner palabras a la obra.
Y para celebrar el Hay Festival de Cartagena en BBC Mundo identificamos nuestros cinco ejemplos favoritos en la literatura latinoamericana.
La palabra barbacoa tiene origen caribeño -arahuaco o taíno, para ser más exactos- pero en “El siglo de las luces” Alejo Carpentier prefiere utilizar un vocablo de origen tupí para referirse a lo que hoy algunos tal vez describirían como una parrillada.
Se trata de la palabra bucán, también popular en el Caribe, y en el relato del escritor cubano son precisamente unos bucaneros los que se encargan de su preparación, luego de hacer pie en una isla desierta donde cazan unos cochinos salvajes.
Para Matías Barchino, decano de la facultad de letras de la universidad de Castilla-La Mancha, el poeta chileno Pablo Neruda inauguró un nuevo género literario con su ya famosa “Oda al caldillo de congrio”: la receta lírica.
Y es que el hermoso poema de Neruda parece más que suficiente para intentar el plato, aunque cabe apuntar que la receta tradicional chilena también incluye pimientos, tomates, cilantro, zanahorias, papas y vino blanco.
3. Las tortas de Navidad de Laura Esquivel
Las recetas de “Como agua para chocolate”, de la mexicana Laura Esquivel, ciertamente pierden algo cuando se las despoja del relato de los amores y dolores de Tita, su protagonista, con las que van entremezcladas.
Pero esto fue lo que hicimos aquí para quedarnos con las instrucciones para preparar las tortas de Navidad con las que Esquivel empezó su libro y con él todo un subgénero de la literatura latinoamericana.
La tradición de los detectives comilones le debe tanto al español Manuel Vásquez Montalbán que el italiano Andrea Camilleri decidió bautizar a su protagonista -otro enamorado de la buena mesa- Salvo Montalbano.
Y la comida también juega un papel central en la saga del detective Mario Conde, del cubano Leonardo Padura, aunque muchas veces por causa de su dolorosa ausencia.
Conde, sin embargo, de vez en cuando logra darse un banquete gracias a las artes de Josefina, la madre de su mejor amigo, “El flaco” Carlos. Y la descripción de los manjares que prepara Josefina a menudo es mejor que la de cualquier libro de recetas, como en este ejemplo de “Tiempos de cuaresma”.
Desde el mismo título la chilena Isabel Allende describe a su libro “Afrodita” como una colección de “cuentos, recetas y otros afrodisíacos”.
Y tal vez por eso, a diferencia de los otros textos citados aquí, su descripción de la tortilla de huevos que asegura acostumbrara comer Catalina la Grande no es tanto un ejemplo de una obra literaria que se encuentra con la cocina, como de una receta enriquecida con toques literarios.
Lo que no hace, sin embargo, a su omelette de la emperatriz menos apetitoso.