
No permitas que tu comida termine en la basura solamente porque está salada. Hay varios trucos que equilibran ese plato que preparaste con tanto esmero.

Por fin te animaste a preparar esa sopa de verduras que te mataba de antojo desde hace semanas. La olla burbujea y el caldo -rojo, como lo preparaba tu madre también- tiene un aroma espectacular. Lo pruebas y ese sueño que estaba en tu cabeza… fracasa. La comida se pasó de sal.
La frustración es tal que dan ganas de tirarlo todo a la basura y comenzar de nuevo. Pero hay algo que le dice a tu conciencia que eso tiene remedio.
Y efectivamente lo tiene. No es tan fácil equilibrar un guisado o sopa que se saló, sin embargo, hay trucos para lograrlo.
Mira tu sopa -o guisado, o lo que hayas preparado con tanto gusto- y respira. La vida otorga segundas oportunidades y esta es la tuya para tener un platillo más que decente.
Reflexiona: lo delicioso de una comida depende del equilibrio en ella así que más allá de evidenciar que le sobra sal, lo primero que debes hacer es preguntarte ¿qué le falta?
La respuesta reside en alguno de los sabores restantes: ácido, amargo, dulce o umami.
Antes de que busques la solución a tus problemas es importante que sepas lo siguiente: no hay que tenerle miedo a la sal. Incluso en grandes cantidades puede ser una maravillosa aliada sabiéndola agregar en el momento adecuado.

Cuando efectivamente es una sopa o un guisado lo que se saló, hay más alternativas que cuando está seco.

Ya nos sucedió también: nos dejamos ir con ese corte maravilloso de carne y lo sazonamos de más, tanto que sólo bastó un bocado para tener la lengua toda escaldada.

A veces quisiéramos dedicar todo el tiempo del mundo a cocinar rico; si esta vez vas a hacerlo y la comida está salada, estás de suerte para corregir tu error.
No permitas que tu comida termine en la basura solamente porque se pasó de sal. Como verás, el secreto está en seguir probando y agregar ingredientes hasta que mejora del todo.